Soy tu primera vez by Laurie Elizabeth Flynn

autor:Laurie Elizabeth Flynn [Laurie Elizabeth Flynn]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Romance, Juvenil
editor: eBook's Xibalba
publicado: 2016-07-10T16:00:00+00:00

Capítulo 23

El monitor de yoga nos dice que «despejemos la cabeza». Lo dice varias veces, seguido de «sudad vuestros pensamientos negativos» y —su frase preferida— «sentid el momento». Cuando miro a la derecha, veo que Kim tiene los ojos cerrados con fuerza y una expresión totalmente estúpida en la cara.

Creo que intenta parecer serena, pero lo que parece es que está estreñida.

Tengo mucho que despejar de mi cabeza, pero me va a costar mucho más que una clase de yoga conseguirlo. Culpa, tristeza y frustración. Odio cómo me fui de casa de Zach, con un abrazo superficial y un «gracias» incómodo. Odio que dejase que me fuera.

Y sobre todo odio lo que hice anoche, cuando escribí un mensaje que no quería enviar.

Claro, a las nueve en mi casa. Nos vemos.

Se lo envié a Rafe Lawrence.

A Zach le mandé un mensaje diciéndole que me encontraba mal y no podíamos dar la clase. Esperé a que me contestase echándome la bronca y diciéndome que pasaba de mi. Pero no lo hizo. Por el contrario, me mandó una carita triste y se ofreció a traerme una sopa, y me sentí peor de lo que nunca pensé que fuese posible. Quise deshacer lo que había hecho, pero ya era demasiado tarde. Ya me había comprometido con Rafe. Quizá fuese la decisión equivocada, pero era mi decisión.

Rafe sería el último.

Me coloco en la postura del perro bocabajo, intentando respirar pese a que toda la sangre me baja a la cabeza. Sé quién es Rafe porque está en el grupo de teatro del instituto. Nunca hubiese dicho que fuera virgen, pero a veces te sorprende quien menos te lo esperas. Angela me arrastró a ver la representación de Greaseen Milton High el año pasado porque está totalmente obsesionada con la película, y luego se quejó de que Rafe era demasiado «falso» y no resultaba convincente como Danny Zuko. Yo asentí con la cabeza pero, en secreto, difería de la opinión de Angela, puesto que me pareció lo suficientemente falso.

—¿Cenamos juntas esta noche? —pregunta Kim mientras nos secamos después de la clase.

La miro entornando los ojos. Cuando volví de pasar la noche en casa de Zach, Kim ni siquiera estaba en casa. Pensé que mostraría un ápice de preocupación maternal después de que no hubiese vuelto a casa al acabar el baile, pero me equivocaba. Ni siquiera dejó una nota, pero la oí entrar a trompicones a horas intempestivas, riéndose y diciéndole a su acompañante masculino que se callara. No quiero cenar con Kim esta noche. ¿Por qué debería importarme lo que quiera ella?

—Tengo una cita —digo mientras me pongo los pantalones del chándal—. Viene a casa a las nueve.

La miro en busca de un gesto de contrariedad, sorpresa, enfado, algo, pero está muy concentrada mirándose un padrastro.

—Bueno, cenaremos a las cinco —replica Kim, recogiéndose el pelo en una coleta—. Tenemos tiempo de sobra. Parte de mi nueva dieta consiste en no comer nada después de las siete.

Se pone a hablar maravillas de un nuevo restaurante vegano al que quiere ir, aunque ni siquiera es vegana.

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